Pasillos oscuros, escaleras secretas, cámaras escondidas… Visitar un castillo es algo que a todos los niños (y también a los adultos) suele gustarles. Si además se encuentra en buen estado de conservación y está ubicado en plena naturaleza, como es el caso del Castillo de Requesens (Girona), la experiencia es doblemente gratificante.
El castillo de Requesens data del siglo XI y luce una silueta espectacular. Pocas fortalezas
mantienen su aspecto original a la vez que conservan su carácter genuino. Por
eso en Enanos Viajeros creemos que es una gran propuesta para visitar con
niños, tengan la edad que tengan. Además, este castillo se encuentra rodeado de
una exuberante vegetación, en un macizo de la sierra de la Albera, a 500 metros sobre el nivel del mar. Las
vistas desde arriba son sencillamente espectaculares.
Empecemos por el principio: ¿cómo llegar? Aunque es
sencillo, os explicamos algunos detalles que debéis saber. Lo más fácil es ir hasta La Jonquera por la N-II y, desde
allí, tomar el desvío que lleva al pueblo de Cantallops. Una vez aquí, encontraremos (sin pérdida, ya que está
muy bien señalizado) una pista que lleva al castillo. Son aproximadamente 6,5 km de pista forestal en bastante
buen estado, aunque en el algún tramo se vuelve más estrecha o más pedregosa.
No es necesario ir con vehículo todo terreno, se puede subir con cualquier
coche.
A medio camino encontraréis una valla que cierra el acceso. No pasa nada: está pensada para que el
ganado, que campa a sus anchas por la zona, no se escape. Por eso se pide a
los conductores que, después de pasar, vuelvan a cerrar la valla. La pista nos
deja en el mismo castillo, justo en la puerta. No es un lugar de visitas
masivas, así que en principio no deberíais tener problemas para dejar el coche.
La entrada al castillo cuesta
4 euros. Pagadlos, vale la pena. Además, este dinero se destina a
conservarlo en el mejor estado posible, ya que desde 1945 está inhabitado. En
la entrada os entregarán un plano muy útil para visitar el castillo. Por
cierto, si vais con bebé, dejad el
cochecito en el coche: es mejor una mochila o portabebés tipo bandolera.
Sólo entrar, una atmósfera medieval os envolverá: ante nosotros se abren caminos y escaleras
en múltiples direcciones. Nosotros tomamos el camino de la derecha, que
enseguida nos lleva a la capilla. Fijaos en los detalles de la entrada, abundan
en el castillo todo tipo de relieves e inscripciones. Desde la capilla suben
unas escaleras que ascienden al castillo. Ahora sí: preparaos, ¡vamos a
explorar las entrañas de la fortaleza!
A partir de este momento, la visita se vuelve necesariamente
anárquica: hay tantos pasadizos,
cámaras, escaleras y puertas que las posibilidades se abren en un sinfín de
rutas. Toméis la ruta que toméis, no perdáis la ocasión de visitar las
estancias más altas del castillo, desde donde podréis contemplar toda la
comarca del Empordà. Al este, podréis ver la bahía de Roses con el mar al
fondo, y un poco más al sur, incluso de divisa a lo lejos otro imponente
castillo: el de Torroella de Montgrí.
Sobre la historia del
castillo, podríamos extendernos largamente, pero para dar unas pocas
pinceladas, diremos que perteneció a diferentes señores vinculados a los
condados de la zona: Rosselló, Peralada, Empúries… Desde el siglo XVI estuvo en
mano del linaje Rocabertí (condes de Peralada). En 1893 iniciaron unas ambiciosas
obras que permitieron revitalizar su aspecto, y en 1899 se celebró el día de
Sant Joan una inauguración por todo lo alto. Hasta 1945 pasó por varias manos.
Desde entonces (mitad del siglo XX) hasta ahora, el castillo permanece
inhabitado.
En contra de lo que podríamos imaginar, el agua es un
elemento clave en este castillo. Encontraréis estanques, fuentes (no potables), pequeños saltos de agua y
canalizaciones a través de acequias. Al parecer, los propietarios que lo
reformaron a finales del siglo XIX (los descendientes de los Rocabertí) usaron
las canalizaciones de agua natural incluso como cisterna, según consta en una
de las explicaciones que se encuentran en el castillo.
La historia del castillo es tan rica y sus pasadizos tan
complejos, que lo ideal es contratar (por 2 euros más) una visita guiada. Sin embargo, hay que hacerlo con antelación
(telf.. 646 179 509).
Si queréis comer por la zona, a 2,5 km del castillo (por una
pista forestal señalizada) encontraréis un
pequeño restaurante de carnes a la brasa y vinos de la zona. Se llama La
Cantina, y también es recomendable reservar (972 193 081 / 659 750 811). No
se trata de un restaurante al uso, sino de un pequeño local que permite
consumir productos locales de Km.0 en un entorno natural. De hecho, no os
extrañéis si a pocos metros de vuestra mesa campan a sus anchas las vacas…
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