3 de septiembre de 2016

Castillo de Requesens (Girona): un espectacular viaje al medievo con niños en plena naturaleza


Pasillos oscuros, escaleras secretas, cámaras escondidas… Visitar un castillo es algo que a todos los niños (y también a los adultos) suele gustarles. Si además se encuentra en buen estado de conservación y está ubicado en plena naturaleza, como es el caso del Castillo de Requesens (Girona), la experiencia es doblemente gratificante.

El castillo de Requesens data del siglo XI y luce una silueta espectacular. Pocas fortalezas mantienen su aspecto original a la vez que conservan su carácter genuino. Por eso en Enanos Viajeros creemos que es una gran propuesta para visitar con niños, tengan la edad que tengan. Además, este castillo se encuentra rodeado de una exuberante vegetación, en un macizo de la sierra de la Albera, a 500 metros sobre el nivel del mar. Las vistas desde arriba son sencillamente espectaculares.

Empecemos por el principio: ¿cómo llegar? Aunque es sencillo, os explicamos algunos detalles que debéis saber. Lo más fácil es ir hasta La Jonquera por la N-II y, desde allí, tomar el desvío que lleva al pueblo de Cantallops. Una vez aquí, encontraremos (sin pérdida, ya que está muy bien señalizado) una pista que lleva al castillo. Son aproximadamente 6,5 km de pista forestal en bastante buen estado, aunque en el algún tramo se vuelve más estrecha o más pedregosa. No es necesario ir con vehículo todo terreno, se puede subir con cualquier coche.

A medio camino encontraréis una valla que cierra el acceso. No pasa nada: está pensada para que el ganado, que campa a sus anchas por la zona, no se escape. Por eso se pide a los conductores que, después de pasar, vuelvan a cerrar la valla. La pista nos deja en el mismo castillo, justo en la puerta. No es un lugar de visitas masivas, así que en principio no deberíais  tener problemas para dejar el coche.

La entrada al castillo cuesta 4 euros. Pagadlos, vale la pena. Además, este dinero se destina a conservarlo en el mejor estado posible, ya que desde 1945 está inhabitado. En la entrada os entregarán un plano muy útil para visitar el castillo. Por cierto, si vais con bebé, dejad el cochecito en el coche: es mejor una mochila o portabebés tipo bandolera.

Sólo entrar, una atmósfera medieval os envolverá: ante nosotros se abren caminos y escaleras en múltiples direcciones. Nosotros tomamos el camino de la derecha, que enseguida nos lleva a la capilla. Fijaos en los detalles de la entrada, abundan en el castillo todo tipo de relieves e inscripciones. Desde la capilla suben unas escaleras que ascienden al castillo. Ahora sí: preparaos, ¡vamos a explorar las entrañas de la fortaleza!
A partir de este momento, la visita se vuelve necesariamente anárquica: hay tantos pasadizos, cámaras, escaleras y puertas que las posibilidades se abren en un sinfín de rutas. Toméis la ruta que toméis, no perdáis la ocasión de visitar las estancias más altas del castillo, desde donde podréis contemplar toda la comarca del Empordà. Al este, podréis ver la bahía de Roses con el mar al fondo, y un poco más al sur, incluso de divisa a lo lejos otro imponente castillo: el de Torroella de Montgrí.

Sobre la historia del castillo, podríamos extendernos largamente, pero para dar unas pocas pinceladas, diremos que perteneció a diferentes señores vinculados a los condados de la zona: Rosselló, Peralada, Empúries… Desde el siglo XVI estuvo en mano del linaje Rocabertí (condes de Peralada). En 1893 iniciaron unas ambiciosas obras que permitieron revitalizar su aspecto, y en 1899 se celebró el día de Sant Joan una inauguración por todo lo alto. Hasta 1945 pasó por varias manos. Desde entonces (mitad del siglo XX) hasta ahora, el castillo permanece inhabitado.

En contra de lo que podríamos imaginar, el agua es un elemento clave en este castillo. Encontraréis estanques, fuentes (no potables), pequeños saltos de agua y canalizaciones a través de acequias. Al parecer, los propietarios que lo reformaron a finales del siglo XIX (los descendientes de los Rocabertí) usaron las canalizaciones de agua natural incluso como cisterna, según consta en una de las explicaciones que se encuentran en el castillo.

Hablando de cisternas, dentro del castillo encontraréis algunos WC.
La historia del castillo es tan rica y sus pasadizos tan complejos, que lo ideal es contratar (por 2 euros más) una visita guiada. Sin embargo, hay que hacerlo con antelación (telf..  646 179 509).

Si queréis comer por la zona, a 2,5 km del castillo (por una pista forestal señalizada) encontraréis un pequeño restaurante de carnes a la brasa y vinos de la zona. Se llama La Cantina, y también es recomendable reservar (972 193 081 / 659 750 811). No se trata de un restaurante al uso, sino de un pequeño local que permite consumir productos locales de Km.0 en un entorno natural. De hecho, no os extrañéis si a pocos metros de vuestra mesa campan a sus anchas las vacas…

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